La tradicional quema de Judas comienza a quedar resguardada en la vocación de unos cuantos.
Los juderos coinciden en que la costumbre se está perdiendo, pues ahora no es sólo el apóstol traidor el que se consume en el fuego, sino que la tradición también parece morir en él.
La tradición de quemar a Judas en Venezuela se remonta a los tiempos de la conquista, y el primero al que se prendió simbólicamente fuego, fue a Américo Vespucio, 'sacrificado' por engañar a los indígenas.
Así, con el paso de los años, en toda Venezuela y en gran parte de Latinoamérica se celebra el domingo de resurrección con la tradicional representación simbólica de la quema de un muñeco de trapo o paja al que se denomina “Judas”, quien según la historia católica – cristiana, fuese el apóstol traidor que vendió a los romanos al mesías “Jesús de Nazaret”, para luego ser juzgado y crucificado.
Tal como lo relata la historia “Judas” fue el apóstol traidor de Cristo, y en la sociedad Venezolana, la costumbre, es que a estos “Judas” que son quemados públicamente en plazas, pueblos y comunidades, se les de una identidad propia según el acontecer político o social contemporáneo del país, y se les identifique con el personaje que para el transcurso del año represente ser un traidor al pueblo venezolano, como puede ser el presidente, ministros, diputados, o lo que la comunidad quiera representar.
Sin embargo esta tradición centenaria se ve afectada en nuestro país por la transculturización de algunos de nuestros propio habitantes, y es incluso lamentable ver como en las grandes pastelerías y panaderías se abarrotan de consumidores, quienes sin tener noción alguna de que trata el simbolismo del supuesto “conejo de pascuas” compran a granel huevos de chocolate para entregárselo a sus hijos y nietos este día.
Expongo que es el fulano “conejo de Pascuas” para quienes les gusta perseguir tradiciones ajenas y abandonan sus raíces, y para quienes como “yo” tratamos de incentivar el desarrollo de nuestras propias costumbres no solo en nuestro país, si no en todo el mundo.
El conejo de Pascuas tiene sus orígenes en las culturas germánicas y anglosajonas pre cristianas, siendo este siempre un símbolo pagano y emblema de fertilidad. Tal vez en el inconsciente colectivo los pueblos reviven aún los antiguos ritos paganos, cuando en esta misma época del año, las antiguas civilizaciones europeas glorificaban la consagración de la primavera.
Los pueblos germánicos rendían culto a una antigua divinidad llamada Ostara, de cuyo nombre derivaron las palabras alemana “Ostern” y la inglesa “Easter” (Pascuas), que simbolizaba la generación de la primavera. La representaban con forma de una liebre o de un conejo y le dedicaban el mes de abril, fecha en que la honraban como diosa de la luz y de la primavera.
La iglesia cristiana, queriendo poner fin a los ritos paganos transformándolos en religiosos y cristianos, eligió a dicha festividad para celebrar la resurrección de Cristo.
El conejo de Pascuas, cuyos huevos, según los antiguos, representaban el símbolo de la vida pintándose de colores para celebrar los días de abundancia, pasó a ser mensajero de Cristo, y los huevos, en lugar de ser consumidos en grandes fiestas como era la costumbre, sólo podían ser comidos después de los 46 días de abstinencia correspondiente a la cuaresma.
De aquí radica la tradición de los “huevos de pascua” y de su representante el “Conejo”; por lo tanto querido lector, si usted es venezolano y sigue la tradición del conejito de pascua, le invito a hablar a sus hijos de nuestras tradiciones, como lo son para esta época la quema de judas, como una tradición venezolana, o como una costumbre pagana católica que representa nuestra idiosincrasia.
Esperemos que si usted es de los venezolanos que le inculca a su hijo algo de tan poca identidad nacionalista, no caiga en el mes de octubre a sentarse en la mesa de su hogar con un enorme pavo relleno y salsa de arándanos a celebrar el día de acción de gracias por los colonos británicos.
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