La película es protagonizada por dos sicarios,
Ray (Colin Farrell)
y Ken (Brendan Gleeson), quienes se esconden en Brujas mientras
esperan las instrucciones de su jefe, Harry Waters (Ralph Fiennes).
Ambos son enviados a dicha ciudad debido a que Ray, en un trabajo, asesinó
accidentalmente a un niño. Mientras Ken espera el mensaje recorriendo la ciudad
y visitando edificios históricos, Ray se queja constantemente de la situación
en la que están.
Cuando Ken recibe el mensaje descubre el
verdadero motivo por el cual habían sido enviados a Brujas. Harry le ordena
asesinar a Ray debido al accidente que cometió, argumentando que su error los
podría poner en peligro.
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